Te tengo a mi lado.
Tu pelo acaricia mi rostro.
Mis ojos no quieren dejar de mirarte,
estás tan linda en la noche.
Mas dejan que sea mi alma
la que mire dentro de ti y
me cuente de aquella verdad,
las más pura, la que ando buscando,
la que ya conoces, de la que vivimos.
Mi boca buscando tu boca,
mis labios buscando tus labios,
mi lengua buscando tu lengua.
Fundiéndose en un fiero lance
que al poco se torna una dulce batalla
de amor contenido, pasión, desenfreno.
Te muerdo los labios, mi lengua curiosa
recorre tu boca, tal vez como el niño que
por vez primera descubre una cueva.
Mis manos dejaron tu pelo,
se van deslizando sintiendo en su piel
la más suave en tu rostro.
Y llegando a tu pecho, temblando,
con calma, no hay prisas, te van deshojando,
dejando entrever a la flor más hermosa,
la piel de tu cuerpo,
aquel fruto prohibido que habita en mi mente.
Y quisiera pecar, si pecar es amarte.
Mis labios dejaron la humedad caliente
en que estaban inmersos;
llegando a tu cuello me invade un delirio
que eriza mi piel,
acelera mi pulso, sintiendo en mi cuerpo
tu cuerpo temblar,
que ahora se torna en un arpa
en la cual se deslizan mis dedos
en círculos locos de amor y deseo;
y al ritmo de esta sinfonía delirante
rodeo tu cuerpo, sintiéndote mía,
yo ya soy tuyo.
Mis labios siguen queriendo saber de tu cuerpo,
tus manos, tu pecho, tus senos,
tu espalda, tu vientre, ¡qué locura!
No quieren que ni un solo poro
se pierda en el dulce camino
que lleva tu aroma.
Te beso, te beso, tu piel se desliza
en mi boca sedienta de tu manantial
de cariño, ternura.
Tendido en la fuente de vida
te miro y descubro una suave sonrisa
que se desdibuja en el aire que
tan solo llena tu ausencia.
No quiero y no puedo seguir
sin que estés a mi lado,
impregnando la noche, mi noche, tu noche.
Descubro que mis labios hablan
tan solo de ti repitiendo en silencio
te quiero, te quiero, te quiero.
Te Amo. Amor.
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