Haces fértil la tierra de mis sentimientos,
esos campos escondidos, sedientos de tu lluvia;
de tu aliento que se torna en rocío de la aurora,
de tus manos que los labran con simientes de dulzura.
Semillas que germinan bajo el sol de tu mirada,
alzándose en mi pecho que se inflama en el dolor,
de herida que de amor no duele más que el no tenerte.
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